jueves, 22 de noviembre de 2007

Pensamientos

De cuando vagaba por las calles y vi a una mujer gorda, más flaca:

Era poco más delgada que un barril y hasta esbelta. Caminaba solitaria por las calles, vestida de negro y en espera de monedas del bolsillo de algún caballero. Entonces me acerqué y pedí sus labios por una noche, a eso fui. Al día siguiente que la vi a la luz del amanecer con ese vestido rosado y el escote pronunciado cambié de parecer.
Entonces pensé:
En general uno enflaquece cuando viste de negro; y no porque la ropa haga milagros, sino porque no se alcanzan a distinguir las siluetas.

Nunca me regresó las monedas.

Carpio.

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